Por: Michael MatosEl Hoyo de Friusa, en el corazón de Bávaro, ha sido convertido por algunos en un símbolo del caos migratorio. Sin embargo, esta comunidad, surgida en los años 80 por el crecimiento turístico, es más que una narrativa alarmista: es un espacio marcado por la expansión urbana, el trabajo informal y desafíos sociales profundos.
Recientemente, se celebró una marcha en Friusa. Como en toda democracia, protestar es un derecho legítimo mientras se ejerza pacíficamente. Pero hay que decirlo con claridad: no todos los que asistieron lo hicieron por amor a la patria. Algunos aprovecharon la atención mediática para buscar notoriedad, disfrazando su oportunismo de patriotismo. No se trató en todos los casos de una causa patriótica, sino de un escenario útil para manipular, atacar y dividir. Pero el verdadero amor a la patria no se grita; se demuestra con hechos, con respeto a las instituciones y con compromiso real con el orden y la ley.
Contra lo que afirman ciertos medios, Friusa no es un territorio “sin control”. Recientemente , Migración intervino la zona, deteniendo a 253 extranjeros en situación irregular. El Estado está presente. Además, programas como “Mi Vivienda”, “Familia Feliz” y “Dominicana se Reconstruye” han llevado soluciones habitacionales a miles de familias, mostrando que la gestión gubernamental también responde con inclusión y dignidad.
La migración irregular, especialmente desde Haití, es un reto innegable. Pero es un reto natural: compartimos una isla con el país más pobre del hemisferio occidental. Lo ilógico sería pensar que podemos absorber esa presión sin regulación. Si no se actuara, aquí no habría cientos de miles de haitianos… habría 50 millones.
Y precisamente se ha actuado. Bajo el liderazgo de Luis Abinader, la política migratoria se ha endurecido. En octubre de 2024 se ordenaron operativos para deportar hasta 10,000 personas por semana. Solo ese año, se deportaron más de 276,000 extranjeros, convirtiendo al actual gobierno en el que más ha deportado en los últimos 20 años. En contraste, en 2019 apenas se realizaron 85,000 deportaciones. El cambio no es discurso, son cifras.
Mientras tanto, las grandes potencias también enfrentan su propia crisis migratoria. En 2024, Estados Unidos creció en 3.3 millones de habitantes, de los cuales 2.8 millones eran inmigrantes. En el Reino Unido, llegaron 750,000 nuevos migrantes solo en 2023. Y en la Unión Europea, viven 44.7 millones de personas nacidas fuera del bloque. Esto no es un fenómeno dominicano: es un desafío global que ni siquiera los gigantes pueden contener sin fricciones sociales y políticas.
Por eso resulta irresponsable culpar únicamente a la gestión local. Y más aún cuando ciertos medios, influencers y actores políticos han optado por alimentar la paranoia y el amarillismo. Sí, hay migración irregular. Pero también hay voluntad y acción. Y eso se mide en repatriaciones, controles fronterizos, inversiones en seguridad y firmeza estatal.
El Hoyo de Friusa no es tierra de nadie. Es un espacio con realidades sociales complejas, pero también con presencia del Estado y acciones concretas. La República Dominicana ha enfrentado con firmeza el fenómeno migratorio, equilibrando su derecho soberano con la dignidad humana. El verdadero patriotismo no se mide en likes ni en titulares de escándalo, sino en compromiso real con el país. Y hoy, más que nunca, eso es lo que se necesita.
En conclusión, El Hoyo de Friusa no es tierra de nadie. Es un espacio donde se cruzan muchas realidades: pobreza, migración, trabajo, esperanza y también desafíos. Y si bien la inmigración haitiana presenta retos complejos, la República Dominicana no solo los ha reconocido, sino que ha dado pasos firmes para enfrentarlos con orden, firmeza y humanidad. La clave está en ver más allá de los titulares, y entender que lo que aquí se vive es el reflejo de una lucha mucho más grande: la de un país pequeño que defiende su derecho soberano a regular su territorio en medio de una crisis migratoria que también golpea a los gigantes del mundo. Y la República Dominicana, a pesar de compartir la isla con Haití, ha logrado mantener un control migratorio efectivo. Si no fuera así, la situación demográfica sería insostenible. El gobierno dominicano continúa trabajando con la obligación de preservar el orden y la seguridad en el territorio nacional. Es fundamental abordar el tema migratorio con objetividad, evitando exageraciones mediáticas y reconociendo los esfuerzos realizados para manejar esta compleja realidad de manera responsable y en consonancia con las prácticas observadas en otras naciones que enfrentan desafíos migratorios similares.